La dialéctica del amo y el esclavo en «El ángel exterminador» de Luis Buñuel


Ricardo Wong

 

De los presocráticos a la filosofía idealista

 

El desarrollo de la filosofía occidental ha tenido diferentes rutas y momentos, pero sus orígenes más puntuales —al menos de la filosofía occidental— se ubican en la antigua Grecia. Un grupo denominado como los filósofos presocráticos son los considerados como los primeros pensadores que aportaron elementos al pensamiento filosófico. Tales de Mileto es considerado el primer filósofo griego, entre otros pensadores están: Anaximandro, Anaxímenes, Parménides de Elea, Pitágoras, Protágoras —quien se consideró ya como un filósofo como tal, como un amante de la sabiduría—, Heráclito, Anaxágoras, Empédocles y Demócrito.

Posteriormente emerge la figura de Sócrates. A diferencia de otros pensadores, Sócrates no dejó escrita su obra, así que su filosofía es conocida por medio de otros filósofos, entre ellos Platón. Sócrates es de alguna forma el fundador de la «ética» ya como una parte sólida de la filosofía. Es conocido el capítulo que encierra sus últimos días; fue acusado por la ley por corromper a la juventud. Durante su juicio un amigo suyo —Critón— le ofreció su ayuda para que pudiera escapar de prisión. Sócrates rechazó su consideración argumentado que las leyes existían y tenían sentido cuando se respetaban. Este capítulo está recogido en uno de los diálogos de Platón, tiulado precisamente Critón. La figura de Platón resulta importantísima para la cultura occidental, y su pensamiento es el que viene a fundamentar, solidificar y sistematizar la metafísica. Su influencia sobrevivió por siglos, incorporándose y fundiéndose con el pensamiento cristiano. Aristóteles por su parte es quien incorporó a la filosofía el racionalismo y la ciencia, postulando categorías importantes a los entes, que siglos después retomarían otros filósofos.

            En la filosofía medieval sobresalen principalmente las figuras de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino. San Agustín postula la teoría de la Iluminación. En la edad moderna sobresale la figura de Descartes. En la filosofía idealista se encuentran Kant y Hegel, que son quienes aportan elementos a la mentalidad moderna.

 

«El ángel exterminador» de Luis Buñuel

 

En 1962 se filma «El ángel exterminador» dirigida por Luis Buñuel y producida por Gustavo Alatriste. Los hechos de la película tienen lugar en la calle Providencia en la ciudad de México; donde un grupo de burgueses, después de la ópera, se prepara para asistir al banquete que ofrecerá la familia Nóbile. Durante la velada tienen lugar sucesos extraños, manejados con un humor particularmente «extraño», como si los burgueses disfrutaran de hacer bromas a la servidumbre como poner un hilo atravesado junto a la mesa del corredor para que le mesero resbale, cambiar a un oso de habitación o mover a los corderos de la sala. Repentinamente, cada uno de los miembros de la servidumbre se va retirando, cada uno exponiendo diferentes razones aunque en cada uno de ellos se nota cierta ansiedad por abandonar la mansión. Al finalizar la merienda los invitados pasan a escuchar el recital de piano de una de las invitadas, luego charlan y beben tragos. Los invitados pasean y deambulan por la mansión, y nadie se retira, pues todos esperan que alguien lo haga primero para poder hacerlo también. Más tarde, se dan cuenta de que no pueden abandonar la mansión, al parecer hay una barrera imperceptible1 que obstruye la salida del salón en el que se encontraban. Los minutos van pasando, después las horas, luego los días y hasta los meses posteriormente. Entre algunas de las cosas que suceden durante el encierro, destacan el romance entre dos invitados, el acceso al agua abriendo un muro y rompiendo la tubería y, en especial, la muerte de uno de los invitados. Poco a poco los alimentos, el agua y las medidas sanitarias van disminuyendo, provocando en los invitados el brote de actitudes lejanas a la cordialidad y el refinamiento, terminando en una especie de «salvajismo».

            Hay al parecer, una alusión al mito del «eterno retorno» de Nietzsche. Antes de que por fin puedan salir de la habitación, se dan cuenta que han adoptado una posición en el salón de acuerdo a como se habían acomodado por primera vez, es decir, cada uno de los invitados regresa al asiento que había adoptado al inicio, y no sólo el asiento, si no la postura física, rasgos, e incluso la misma melodía que el personaje de Blanca, la pianista,  se toca nuevamente.

 

La dialéctica del amo y el esclavo de Hegel

 

Hegel es quien desarrolla plenamente la filosofía idealista. En su Fenomenología del espíritu trata temas como la explicación de la historia por medio de la dialéctica, y dentro de su explicación incluye lo que denomina como su «dialéctica del amo y el esclavo», una dialéctica que le ayuda a Hegel a explicar el inicio de la Historia (entendido como el inicio de la humanidad). De acuerdo con él, la Historia inicia cuando dos conciencias deseantes se enfrentan.

Hegel comienza diferenciando la conciencia animal de la conciencia humana, y posteriormente los deseos animales y los deseos humanos. Para Hegel la conciencia animal está en relación a la supervivencia,2 es decir, que el animal desea «cosas» naturales, o dicho de otra manera, busca alimento. Así, el deseo animal es el deseo de sobrevivir. Para Hegel pues, la conciencia es deseo. La conciencia humana parece desenvolverse en otros planos. El hombre busca su otredad. La conciencia humana desea que la conciencia del otro lo reconozca, es decir, un yo busca el reconocimiento del otro. Dicho de otra manera, el «deseo humano» desea el deseo del otro. Así se desarrolla una lucha a muerte, por ver quien somete su reconocimiento por el otro. Dos conciencias deseantes establecen una lucha a muerte. Esta lucha llega a su resolución en determinado momento. Su resolución llega cuando una de las conciencias deseantes cede, una de las conciencias deseantes da paso al «temor», al temor por la muerte, y la otra conciencia obtiene el reconocimiento del otro:

 

La Acción se da en primer lugar en la lucha del Amo —lucha de puro prestigio— con miras al Reconocimiento. Esa lucha es esencialmente una lucha a muerte. Y para Hegel es la forma en la que se le muestra al Hombre su Negatividad (su conciencia de muerte). Así la Negatividad de la muerte y la del trabajo estarían estrechamente ligadas.3

 

Así se establece una figura dominante, es decir, se establece la figura del «amo». La figura del «esclavo» es la conciencia deseante que termina por reconocer al otro. Pero aquí el movimiento diálectico no se detiene, porque al establecerse la dos figuras de «amo» y «esclavo», el amo ahora ya no es un ser autónomo, es decir que ya depende de su figura opuesta (antitética; además se da cuenta de que en realidad ese reconocimiento que buscaba por parte de la otra conciencia deseante, es decir, el esclavo, no se realiza genuinamente). Ya establecidas las dos figuras, el esclavo trabaja para el amo, así, el esclavo recibe sólo el producto del trabajo del esclavo pero no su reconocimiento. Para Hegel aquí se cimentarían las bases de la cultura, a partir de una relación dialéctica: «Desde entonces la humanidad se divide en dos clases: la de los hombres soberanos, que Hegel designó con el nombre de Amos (Herren), y la de los esclavos (Knechten) que sirven a los Amos.»4 El esclavo al transformar la materia por medio del trabajo, comenzaría con la cultura (humana). Y paradójicamente, el esclavo al estar más apegado a la naturaleza y al trabajo, su espíritu tiene un mayor desarrollo que el del amo, desarrolla una postura activa y el amo una postura pasiva, incluso el esclavo estaría más cerca de la libertad, al desarrollar su espíritu; se produce una inversión de figuras.

En términos conceptuales o dialécticos habría primero una «afirmación» (cuando el esclavo reconoce al amo), luego habría una «negación» (cuando en realidad el esclavo no reconoce al amo sino sólo trabaja para él), y finalmente una «negación de la negación» (cuando las figuras se invierten). Así tendríamos finalmente: tesis, antítesis y síntesis.

 

La «dialéctica del amo y el esclavo» y «El ángel exterminador»

 

Por lo anterior, podemos conjeturar que el filme de Buñuel puede ser leído a partir de la «dialéctica del amo y el  esclavo» de Hegel aunque, por supuesto, sea difícil argumentar si el director estaba utilizando el pensamiento de Hegel al rodar la película. Pero —a mi parecer— es posible utilizar la tesis hegeliana para comprender mejor el filme. En términos hegelianos, la servidumbre desarrollaría de forma más intensa su espíritu, incluso se podría decir que que la servidumbre desarrolla más sus capacidades humanas (el trabajo por ejemplo) que el grupo de burgueses; así tomaría sentido que  al inicio de la película la servidumbre escape y a la libertad, y los burgueses queden confinados dentro de su mansión, la mansión que representaría el lujo, el ocio, etc.

            Al estar atrapados los burgueses se ven orillados a que emergen sus comportamientos más primigenios, alejándose cada vez más de lo humano y acercándose a lo animalesco, en analogía con la «dialéctica del esclavo y el amo» de Hegel.

 

NOTAS

 

1. Aunque está “barrera” podría ser también una metáfora sobre las convenciones sociales en las que se opera en relación a lo establecido, cercano posiblemente a lo que Heidegger denomina como «determinaciones».

2. En términos aristotélicos podríamos decir que la «conciencia animal» busca la supervivencia, es decir, sería como la causa final de los «entes» animales.

3. Georges Bataille, «La felicidad, el erotismo y la literatura» Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2005, p. 312.

4. Íbid, p. 313.